Talento

(Del latín talentum, y este, a su vez, del griego plato de la balanza, peso). m. Moneda imaginaria de los griegos y de los romanos, que en Grecia equivalía a 60 minas y en Roma a 100 ases. // Conjunto de dones naturales o sobrenaturales con que Dios enriquece a los hombres. // fig. Dotes intelectuales, como ingenio, capacidad, prudencia, etcétera, que resplandecen en una persona. // fig. Por antonomasia, entendimiento, potencia del alma (drae). // Capacidad, dotes naturales y talante, ‘voluntad’, proceden respectivamente del latín talentum y de su modelo el griego, que primero significó ‘balanza’ y luego “cierto peso de oro, cierta unidad monetaria”. La historia y la evolución semántica del vocablo son complicadas y algo inciertas, pero es posible que los dos sentidos fundamentales se deban a la parábola evangélica de los servidores que sacaron fruto de los talentos o suma de dinero confiados por su amo mientras otro sirviente enterró sin provecho su tesoro: de aquí el tránsito al sentido de “dotes naturales”, que deben aprovecharse, y luego ‘disposición’, ‘propensión’, ‘voluntad’. Esta última acepción debió de generalizarse en la Edad Media por la tendencia eclesiástica a considerar preferible la buena voluntad a la inteligencia, y se empleó con la forma talante, tomada directamente del griego por el latín vulgar (y transmitida seguramente a España desde Francia), mientras que el sentido de “dotes naturales”, ‘aptitud’ preponderó en el Renacimiento con la intensificación de las prédicas religiosas por la Reforma y la Contrarreforma, y así se le atribuyó la forma semiculta talento, tomada del latín clásico (dclc 1954).

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